Los autos eléctricos y falta de voluntad

Nov 28, 2014Noticias

28.11.14
Hace algunos días presenciamos la primera fecha del Desafío Eco, competencia realizada en Argentina a cargo de la Federación Internacional del Automóvil (FIA) y el Automóvil Club Argentino. En ella, alumnos y alumnas de liceos industriales y técnicos fabricaron un automóvil eléctrico de cero emisiones, equipado con baterías de gel, para competir en el circuito.

Sin bien ninguno de estos vehículos podría utilizarse cotidianamente en nuestras ciudades, representan una idea muy simple, pero que a veces cuesta ver: en el mundo actual existe la tecnología suficiente para la fabricación de automóviles eléctricos. Incluso estos pueden ser construidos por chicos y chicas de secundaria.

Contra una especie de prejuicio generalizado respecto a la lentitud de los autos eléctricos, está la Formula E. La llamada versión ecológica de la Formula 1, se realiza exclusivamente con vehículos con motor a electricidad. Esos autos pueden llegar a los 240 kilómetros por hora y acelerar de 0 a 100 en 2,8 segundos ¿Qué más veloz se necesita ser?

Estos son sólo pequeños ejemplos de la realidad que está ahí. Por ejemplo, la fábrica de automóviles Tesla comercializa desde hace años autos con las mismas prestaciones (o tal vez mejores) que los autos convencionales a combustión. Mismas comodidades, mismas funcionalidades, pero con una enorme diferencia: estos vehículos son ecológicos, sin consumo de oxígeno, sin emisiones tóxicas.

Un auto que funciona con un motor dependiente de combustibles fósiles consume 700 veces más oxígeno que una persona en el mismo tiempo. El resultado es que se consumen en promedio 6 mil millones de litros de oxígeno puro por segundo. Esta excesiva “quema” de oxígeno no pasa desapercibida para el planeta. Al haber una falta de este elemento en la atmósfera a nuestro nivel, el ozono se transforma en oxígeno para suplir ese déficit. Como consecuencia tenemos el deterioro de la capa de ozono y todos los problemas que esto conlleva.

Junto con esto, los dos mil millones de motores a combustión generan 40.000 millones de toneladas de gases tóxicos al año que son emitidos a la atmósfera con una enorme carga de azufre que también contribuye al consumo de oxígeno, contaminando el mismo aire que respiramos y que le da vida a todo el ecosistema planetario.

Este problema no es una novedad y en varias conferencias de la comunidad internacional se ha reconocido que el transporte es uno de los principales agentes contaminantes a nivel global. Sin embargo, los cambios de tecnología en la forma en cómo nos trasladamos avanzan a un ritmo muchísimo más lento que el deterioro ambiental. A este paso no lograremos siquiera tener un atisbo del planeta que tuvimos para dejarle a las futuras generaciones.

El cambio hacia vehículos eléctricos es el camino para mejorar este escenario. Con autos sin consumo de oxígeno y sin emisiones circulando en las grandes ciudades del planeta, el panorama ambiental cambiaría bastante. Por supuesto que no es la única solución, sin embargo, es la que tenemos más al alcance de nuestras manos en la actualidad.

La tecnología para hacerlo ya existe, e incluso varias empresas que tienen una versión eléctrica de sus vehículos, Ford, Nissan o Fiat, por nombrar algunas. Pese a esto, el alcance de estos modelos no se ha masificado. Existen muchos países donde no hay oferta de vehículos eléctricos y si la hay, los elevados precios no permiten que sean de acceso masivo.

Hace pocos meses apareció en los medios una declaración del CEO de Fiat Sergio Marchionne pidiendo que no compraran el modelo eléctrico que su misma compañía fabrica pues no le genera ganancias. Si desde las mismas industrias recibimos este tipo de “incentivo”, difícilmente se podrá masificar esta solución que tanto urge.

Este es sólo un ejemplo que revela la falta de voluntad de las industrias y nuestros gobernantes. Los avances tecnológicos permiten hoy hacer el gran cambio, sin embargo, hasta hoy se han privilegiado los intereses económicos que genera esta industria y no los intereses de la vida, que, al menos para nosotros, son mucho más importantes.

Luis Seguessa
Investigador y Presidente de Fundación Códigos
Punta del Este, Uruguay